Ansiosamente, entierro el cuchillo. Inmediatamente éste se empapa con la roja sustancia.
Siento su olor y me vuelve loco, no puedo creer que esperara tanto para
permitirme ese placer. Con ojos de loco extiendo el rojo por cierta
superficie, cosa que la hizo aún más deseable.
Así que,
freneticamente, vuelvo a acuchillar una y otra y otra vez, solo para
sacar más de esa sustancia, para olerla, sentirla... saborearla.
Mi obra está terminada, la observo con suficiencia. No resisto el impulso y empiezo a lamer el cuchillo.
Como extrañaba hacer sandwiches de mermelada :3.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario